Cantabria de cueva en cueva: turismo activo y arte rupestre en la comarca de Asón-Agüera
El día que, en compañía de mi hermana, fui a hacer una vía ferrata en Ramales de la Victoria, llovió; y cuando varios días después regresé sola para probar la espeleología en la cueva de Coventosa, hizo un sol radiante que bajo tierra, lógicamente, no alumbraba. Ya es mala suerte, ¿no?
Pues según como se mire, porque en ambas ocasiones disfruté como una niña. Estos han sido dos de los días que mejor me lo he pasado este verano, y ello debo agradecérselo muy especialmente a los chicos de Nor3: unos cracks de las actividades de aventura y el deporte en la naturaleza*.
¿Quedamos en la capital del mundo?
Aunque la sede de Nor3 se encuentra en Ramales de la Victoria, nuestro punto de partida fue Arredondo: un pueblo situado a doce kilómetros de Ramales, en el que nunca había estado (ya me vale), y que ya nunca voy a olvidar por dos motivos.
Para empezar, Arredondo es conocido como la Capital del Mundo. ¿Cómo os quedáis? ¿Algo pretencioso para un pueblo de poco más de 500 habitantes? Tiene su explicación. El origen de este curioso apelativo se remonta a la época de los indianos, cuando Arredondo se convirtió en punto de encuentro de numerosas personas que volvían a casa con sus fortunas tras haber emigrado y vivido en América y otras partes del mundo.
Por otra parte, Arredondo tiene una iglesia que merece un vistazo. Se trata de la Iglesia de San Pelayo, un templo de estilo inclasificable construido a capricho de un indiano, Antonio Gutierrez Solana, que quiso reflejar en ella (atención, por favor) la arquitectura del Congreso de los Diputados y la del Faro de Cabo Mayor; éste, en un campanario separado del resto del edificio desde el que él aspiraba a ver el mar. Ahí es nada.
Arte rupestre en la cueva de Covalanas
Ya en Ramales de la Victoria hicimos una primera parada para visitar la cueva de Covalanas, situada en el Monte Pardo, a dos kilómetros del pueblo. Y aquí me toca hacer un recordatorio.
Aunque Altamira se lleve casi toda la fama, en Cantabria hay otras nueve cuevas declaradas Patrimonio de la Humanidad, con pinturas rupestres que además pueden verse “en directo”. No como Altamira, que como ya sabéis desde hace años está cerrada al público y en su lugar solo puede visitarse la llamada Neocueva; muy interesante en cualquier caso, pero nada como encontrarse ante una pintura de 24.000 años de antigüedad frente a frente.
En Covalanas se puede, y es fascinante. Especialmente si tenéis la suerte de contar con un guía como Pencho: un apasionado de la Historia que fue capaz de atraparnos con su relato hasta hacernos olvidar la época en que estamos. A su lado, completamente solos en el interior de una galería apenas iluminada por una pequeña linterna, los animales (en su mayoría ciervos -hembras, para mayor exactitud-, pero también un caballo y un uro, por ejemplo) parecían moverse de verdad. Es increíble como nuestros más antiguos antepasados eran capaces de jugar con las formas y el escorzo para lograr los efectos de movimiento y perspectiva. Me quedo con las palabras de Picasso: “Después de Altamira, todo parece decadente”.
Imagen cedida por Turismo de Cantabria (en el interior de la cueva no se permite sacar fotografías)
Vía ferrata El Cáliz, en Ramales de la Victoria
Si os gusta el turismo activo, el Oriente de Cantabria ofrece un sinfín de posibilidades. Llueva o no llueva, como ya he dicho en un anterior post.
Y es que, en un primer momento, cualquiera (no entendido, como yo) podría pensar que un día de lluvia no es el ideal para trepar por una pared vertical ayudándose de peldaños de hierro. Error. Mientras no haya rayos no existe ningún riesgo y, sinceramente, ¡menos mal que lo hicimos! Esa decisión marcó la diferencia entre un día gris y aburrido a uno de los más memorables del verano. Tengo a mi hermana para corroborarlo.
Fotografías cedidas por Nor3
El Cáliz es una de las cuatro vías ferratas existentes en Cantabria, y posiblemente una de las más indicadas para quienes, como nosotras, no hayan practicado esta actividad antes. Sus 300 metros de longitud, en los que se salva un desnivel de 120 metros, se completan fácilmente en algo menos de dos horas, con la posibilidad al final de optar por un tramo más sencillo (para quienes hayan tenido suficiente) u otro de mayor dificultad que culmina en un puente tibetano de tres cables. Todo ello en un entorno indescriptible (bueno, todos conocéis o habéis oído hablar de los paisajes de Cantabria).
Lo pasamos genial, y para completar la experiencia probamos el rápel en una de las paredes de la cueva Mur, al tiempo que varios grupos de chicos practicaban escalada deportiva. 35 metros de descenso en volado (tan solo la primera parte de una actividad que puede prolongarse hasta tres horas) que por un efecto del suelo parecen muchos más, pillándome a mí de sorpresa y provocándome una sensación de vértigo como no he sufrido nunca. El cachondeo que tuvimos a costa de mis lamentaciones hizo que mereciese la pena.
Iniciación a la espeleología en Coventosa
Es un lujo poder decir que mi “primera vez” con la espeleología haya sido en Coventosa. En Cantabria tenemos más de 6.500 cuevas catalogadas, de las cuales una gran mayoría se concentran en la comarca de Asón-Agüero, que es donde se encuentra el sistema de Cueto-Coventosa: con sus más de 30 kilómetros de desarrollo y unos 850 metros de desnivel, uno de los más importantes del país además de todo un referente a nivel internacional.
Pero no hace falta ser un experto para disfrutar de esta actividad que cada día gana más adeptos. En mi caso me uní a un grupo que tenía la intención de realizar el recorrido de Coventosa a los Gours, de dificultad “media” (cuenta con varios rapeles de hasta 30 metros y varios pasamanos al borde del abismo) y seis horas de duración. El equipo lo puso Nor3; las ganas de pasarlo bien, nosotros.
Y lo hicimos. Tanto que estoy deseando repetir para, entre otras cosas, conocer la Sala de los Fantasmas donde, por lo que he podido ver, las estalagmitas y otras formaciones recuerdan mucho a las de la galería homónima en la cueva El Soplao.
No vimos los fantasmas pero, a cambio, a unos 150 metros de profundidad llegamos a los gours: unas preciosas “piscinas” subterráneas en las que en otras circunstancias no me hubiese importado darme un baño. Con menos gente y el agua un poco más caliente, claro. Si termino aficionándome a esto de la espeleología, tal vez un día… ¡Será por cuevas en Cantabria!
Las Vías Ferratas son de acceso libre y podéis disfrutar de ellas de forma totalmente gratuita, siempre que contéis con el equipo adecuado (casco, arnés, disipador, etc).
En caso de no tener el material necesario y ser vuestra primera vez, hacedlo en compañía de guías experimentados. Para que os hagáis una idea, el precio de un recorrido de aproximadamente dos horas en El Cáliz con Nor3 es de 25 euros por persona. La ruta de Coventosa a los Gours (espeleología, nivel medio), 45 euros por persona.
Y si os quedáis con ganas de más, echad un vistazo a la oferta de actividades que ofrece la comarca de Asón-Agüera: barranquismo, escalada, rutas en quad, piragüismo… las opciones son innumerables, y la zona no puede ser más bonita.
* Sí, podría hablar de las posibilidades de turismo activo que ofrece Cantabria sin necesidad de dar nombres, pero quiero recomendar a Nor3 porque realmente lo merecen. Profesionales, simpáticos, divertidos… Cuando viajéis a mi tierra no dudéis en contactar con ellos: me lo agradeceréis.
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